Polis: Prologo - Fragmento 46
La grieta se fue haciendo cada vez más angosta a medida que los alakës se adentraban. No miraron en ningún momento atrás y Frouken se concentró en correr tan pronto como pudo los más de mil metros que tenía de longitud el pasaje mientras que el agal comenzó a forzarse para entrar y seguirlos. Sin embargo su cuerpo era demasiado grande. La distancia entre él y sus presas se comenzó a ampliar. En un intento por hacer ceder las rocas con su velocidad y fuerza se atascó sin poder hacer nada para mover los millones de toneladas que pesaban ambos lados de la grieta y su rugido comenzó a provocar eco de un lado a otro del pasaje. Luchaba desesperado por salir, pero las paredes que cedieron al choque de su cuerpo generaron una especie de trampa que le impedía regresar y lo apresaban casi hasta dejarlo inmóvil. Sus esfuerzos eran inútiles. Ahora cerraba con su cuerpo el paso de sus aliados que lo habían seguido hasta ese punto. Nadie podía acercarse al agal que emanaba un líquido caliente encen